Una vuelta por el Calvo Mackenna

jueves, 12 de agosto de 2010

Mi vida no ha sido fácil. Desde el parto hasta el último empleo, ha sido un enorme sacrificio, pero viendo las caritas felices de los niños y desde el punto de vista de un sobreviviente, vale la pena vivir.


Quizás esta sea la oportunidad de contar gran parte de mi vida hace años atrás, y una de las cosas que más traen recuerdos de mi niñez ha sido cuando iba al Hospital Luis Calvo Mackenna. Ya casi no recuerdo a qué iba, pero sí recuerdo cada pasillo, sala de espera y ascensor con mucha nostalgia, e imaginándome como ha cambiado tanto en todos estos años...

Hace tiempo quería recorrerlo de nuevo, para recordar viejos tiempos, en especial para ver a los niños jugando en los pasillos, quizás ignorantes de las diversas enfermedades que pueden padecer.

Desde siempre he sido muy curioso (y lo sigo siendo) y sobre todo me atraían los ascensores, particularmente ese par de elevadores grandes, uno frente al otro. Me acuerdo cuando me escapaba y subía y bajaba por ahí e incluso cuando me perdí y terminé en el sector Urgencias con Carabineros; no era capaz de medir que podía ser peligroso, pero sabía de alguna forma que no debía tratar con desconocidos, y que los médicos y uniformados eran personas correctas.